Sesión del 22 de abril
I. Breve exposición del capítulo por Ximo
El texto que nos ocupa pertenece a la última parte del epígrafe titulado «La infinitud» en la versión de la Fenomenología de Wenceslao Roces (páginas 102-104). El fragmento está dividido en tres párrafos según esta versión. Mi exposición analizará cada uno de estos párrafos; se divide por tanto en tres partes numeradas (1,2,3 ) correspondientes a cada párrafo, las cuales se subdividen a su vez en función del contenido.
Se plantean dos cuestiones fundamentales:
- Cómo aparece el concepto de infinitud.
- Cómo tal concepto permite el paso de la conciencia a la autoconciencia.
1. Por infinitud entendemos el movimiento absoluto, el movimiento puro, el concepto absoluto, la diferencia interna.
1.1 Lo que caracteriza a la infinitud (al movimiento puro o concepto absoluto) es que «toda determinabilidad desaparece en su contrario«.
1.2. La infinitud es el «alma» de todo el proceso precedente.
Es decir la infinitud lo anima, es el motor de todo el proceso que hemos visto: certeza sensible, percepción, entendimiento y que va a culminar ahora en la autoconciencia.
1.3 La infinitud ha surgido en el interior libremente.
Este libremente lo entiendo como aletheia ; un desvelamiento desde sí, no forzado por algo diferente.
1.4 La primera aparición aún imperfecta de la infinitud tiene lugar en la explicación. La explicación distingue entre fuerza y ley.
La fuerza es la unidad de las diferencias que aparecen en la ley. Nuevamente nos encontramos con la dualidad unidad-multiplicidad, este movimiento que nos acompaña durante todo el proceso anterior, pero ahora ya no en lo sensible sino en lo conceptual: pues tiempo, espacio, distancia, velocidad…etc son conceptos. El movimiento que aquí se produce es el del propio entendimiento, pero el entendimiento no lo advierte y cree estar captando el movimiento de algo ajeno , de la cosa. Es decir, cree ocuparse de las cosas pero se ocupa de conceptos. «Aquí la conciencia(…)parece ocuparse de otra cosa, pero de hecho solo se ocupa de sí misma».
2. En el segundo suprasensible la infinitud misma deviene objeto del entendimiento.
Recordemos que éste (el segundo suprasensible) es la inversión de la 1ª ley, la cual mantiene lo constante del cambio, pero con la inversión de ésta se restituye el cambio absoluto en lo interior -cambio que la primera ley era incapaz de expresar. Este cambio absoluto se comprende como el desdoblarse de lo homónimo en diferencias – que no son tales- y el repliegue o superación de estas de nuevo en la unidad).
2.1 Pero esta captación es, de nuevo, imperfecta.
El entendimiento se muestra incapaz de captar el cambio: la infinitud o el cambio absoluto, aparece ante el entendimiento, pero éste inmediatamente la pierde.
Citamos ahora el texto que da razón de esa pérdida y de esa incapacidad del entendimiento para captar la infinitud o el movimiento absoluto:
«la infinitud misma deviene objeto del entendimiento, pero este la pierde de nuevo como tal al repartir de nuevo en dos mundos o en dos elementos sustanciales la diferencia en sí, el repelerse a sí mismo de lo homónimo y los términos desiguales que se atraen; el movimiento tal y como es en la experiencia es aquí, para él, un acaecer y lo homónimo y lo desigual son predicados cuya esencia es un substrato que es«
La interpretación del texto es complicada, Juanjo y yo diferimos en la interpretación y hemos polemizado sobre ello. Creo, sin embargo, al volver sobre el texto, que la interpretación correcta es la suya.
Mi interpretación es sencilla: entiendo que el entendimiento es incapaz de captar el movimiento en sí, puro. Lo piensa de una manera imperfecta como siendo la expresión de un sustrato del que emergen las diferencias al desdoblarse y al que se reintegran en un movimiento de repliegue. En resumen el cambio aparece siendo expresión de un en sí distinto del cambio mismo, de lo que se trataría (en una captación correcta) es de captar el movimiento en sí mismo y no de retrotraerlo a un sustrato distinto; no se trataría de pensar el movimiento de una cosa sino de pensar el movimiento mismo.
La interpretación de Juanjo, que espero exponga y aclare él mismo en las aportaciones, creo que sostiene que el entendimiento es incapaz de explicar la necesidad interna del movimiento. La razón de ello es que el entendimiento distingue dos sustratos o mundos distintos: el de lo homónimo que se repele a sí mismo y el de las diferencias que se atraen. Estos dos mundos no pueden unirse internamente por lo que nos encontramos ante un mero «acaecer«. Digamos que se da una pura unión externa, un mero darse o estar el uno junto (o pegado) al otro.
Las dos interpretaciones coinciden, sin embargo, en que el entendimiento es incapaz de captar el cambio por estar apegado a lo cósico. Su pensamiento es necesariamente cosificante: pues las categorías con las que el entendimiento piensa son modos para pensar la cosa.
2.2 Aparición del nosotros.
La captación del cambio es propia del Nosotros (que expresa el punto de vista de la ciencia) no del entendimiento. «El nosotros capta el movimiento en sí y tal como es en verdad».
2.3 De la conciencia a la autoconciencia.
La conciencia capta el concepto de infinitud de manera inmediata, en la medida que capta la infinitud es conciencia de las diferencias como diferencias superadas. Esta captación va a llevar de la conciencia a la autoconciencia.
2.3.1 La captación del yo nunca es inmediata como reflexión pura, abstracta , sino que esta captación se produce en la medida en que me he proyectado a mí mismo y me reconozco en ese yo que aparece como distinto (superación de las diferencias) .
«Yo me distingo de mí mismo y en ello es inmediatamente para mí que este distinto no es distinto.. yo, lo homónimo me repelo de mí mismo pero esto diferenciado no es distinto de mí».
2.3.2 La conciencia de un otro (de un objeto en general) es ella misma autoconciencia. Toda conciencia supone autoconciencia.
2.3.3 Por tanto todas las figuras anteriores (certeza, percepción, entendimiento) suponen la autoconciencia, pero esto no lo sabe esta autoconciencia inmediata, esto solo lo sabemos Nosotros, es decir, Hegel y aquellos que como Hegel han efectuado, completado y comprendido el camino de la fenomenología y que por ello se encuentran ya en el punto de vista de la ciencia y no en el de la conciencia que está inmersa en la experiencia. La conciencia se capta como autoconciencia, pero la conciencia no ve la necesidad del proceso, esta verdad sólo se da para nosotros.
3. Punto de vista del nosotros. Recapitulación y apertura a la nueva sección: la autoconciencia.
3.1 En el interior el entendimiento sólo se contempla a sí mismo, pero no lo sabe.
No hay ya cosas sensible sólo conceptos (1er y 2º suprasensible)
3.2 En el entendimiento (superada la percepción) la conciencia se une a lo suprasensible por medio de la manifestación.
La manifestación puede verse como el telón que cubre lo interior. Pero con el concepto de infinitud las diferencias son superadas: conciencia-manifestación-suprasensible no son substancias subsistentes sino que son momentos de la infinitud. Ahora, dice Hegel, desaparece el telón y se muestra que lo que percibe y lo percibido coinciden, la conciencia es lo que contempla y también lo contemplado. Así es como lo expone Hegel en un texto brillante: » y se ve que detrás del telón (manifestación que supuestamente cubre lo interior) no hay nada que ver, salvo que penetremos nosotros, tanto para poder ver como para que haya algo que pueda ser visto».
3.3 Hegel finaliza señalando la necesidad de todas las circunstancias del proceso, no es posible un paso directo, inmediato, hasta la autoconciencia.
Lo que se muestra es el movimiento en el que desaparecen certeza sensible, percepción y entendimiento como momentos en sí mismos insuficientes e inconsistentes. Podemos decir que el motor de este movimiento es la prueba de coherencia, de consistencia, a la que la propia conciencia se somete (experiencia de la conciencia, prueba de la adecuación entre concepto y objeto, entre certeza y verdad)
3.4 Por último finaliza el capítulo abriendo a la siguiente sección: la autoconciencia.
Qué sea la autoconciencia, qué es lo que la conciencia sabe en cuanto que se sabe a sí misma son cuestiones que deben desarrollarse, precisarse, en la siguiente sección.
II. Discusión y aportes.
1. Aportación Felipe
2. Aportación Juanjo:
Clara exposición la que has hecho, Ximo; no solo de mi interpretación, sino del pasaje completo. Muchas gracias. Pero, para terminar de convencerte, me gustaría que reparases en que la cosa, concebida como último substrato de todo lo que hay, si no se rompe en dos pedazos, no puede dar razón de un movimiento que es a la vez o inmediatamente el contrario de sí mismo. Eso fue lo que le pasó a la cosa percibida: que se derrumbó, y eso es lo que le ha pasado a la cosa en sí: que ha dado lugar a dos mundos, dos leyes, dos realidades contrarias la una a la otra. La consecuencia es inevitable: si hay un movimiento que a la vez es el movimiento contrario de sí mismo -y para Hegel es un hecho que lo hay- el substrato último de las cosas no puede ser él mismo una cosa, algo sometido al principio de contradicción; sino la contradicción en sí, la unidad del ser y del no ser, el puro movimiento, la infinitud.