Presentador: Emérito.
Asisten: Ximo, Felipe, Juanjo, Rubén, Emérito, Juanma.
I. Breve exposición del capítulo por el presentador (Emérito) de la sesión:
En esta segunda parte de la introducción, Hegel destaca que el conocimiento no es inmediato, sino procesual; en este sentido, queda descartada la intuición como vía de acceso a un saber inmediato. Por contra, la forma del conocimiento es el concepto, pero un concepto que está aún por realizarse, inacabado. Por otro lado, Hegel parece fijar la conciencia natural como el sustrato o plataforma en la que se despliega el saber.
Al señalar el carácter procesual del conocimiento (“camino al saber”), quedan negadas las figuras particulares del conocimiento, confundidas comúnmente con un conocimiento absoluto. Y es esta duda que se cierne sobre la figura particular del conocimiento la que conduce a posturas escépticas, en tanto que negación y superación de todo conocimiento parcial. Sin embargo, nos advierte Hegel que hemos de guardarnos de confundir este escepticismo con la duda metódica cartesiana (quizá el más claro precedente en la historia de la filosofía en lo que a remover lo ya establecido se refiere), y ello por dos razones:
- No se trata de poner en duda la “Cosa” para posteriormente retornar a esa misma Cosa con su verdad restablecida, esto es, no consiste en poner el mundo entre paréntesis para recuperarlo cargado de evidencia.
- Tampoco se trata de dudar de cuantas opiniones y prejuicios provengan de una autoridad externa, prevaleciendo los pensamientos propios, pues para Hegel, el hecho de que las opiniones y los prejuicios sean externos o propios no altera su verdad o falsedad; es más, resulta vanidoso aquel que confía en sus opiniones y prejuicios tan solo por haber sido originados internamente.
No, el escepticismo al que conduce la negación de un conocimiento particular es todavía más radical que el cartesiano. En este punto, resulta curioso el juego de palabras que utiliza Hegel para remarcar precisamente esta idea (nota del traductor): en alemán “duda” es Zweifel, que comparte raíz con Verzweiflung (“desesperación”), donde el prefijo “ver” denota la intensificación radical de algo, en este caso, de la duda. En cierto modo, la negación de la figura particular de la conciencia supone la limitación de ésta última, lo cual le provoca “desesperación” y “angustia”, un desgarrarse a sí misma.
Así las cosas, este escepticismo radical puede interpretarse como una sumisión de la conciencia en la nada. Pero lo que Hegel pretende señalar es que la propia negación es determinada, no vacía; esto es, la negación de una figura particular de la conciencia conlleva, a la vez, la afirmación de otra figura nueva; se trata de una nada de “aquello que niega”, pero no vacía. Decíamos que Hegel rechaza el saber inmediato y, por lo tanto, apuesta por un saber mediato, donde la mediación entre las diversas figuras particulares (estaciones de ese camino hacía el saber, podríamos decir) es la negación. Bien podría decirse que la negación hegeliana a la vez que niega, afirma, sin desembocar en una suerte de nada vacía carente de determinación alguna. Asimismo, tampoco anda desencaminado quien considere la negación como el motor de ese despliegue del saber absoluto.
Y este avanzar de la razón supone un movimiento violento al encontrar resistencia en la propia conciencia, que buscará un estado indoloro estancándose en sí misma y desembocando en ese “yo” vanidoso (otra vez parece pensar en el cogito cartesiano), “pues huye de lo universal y solo busca el ser-para-sí”). Sin embargo, ese movimiento mediado por la negación es inevitable y necesario, de ahí que Hegel afirme que “…la meta le está fijada al saber tan necesariamente como la serie del proceso.”
II. Discusión y aportes.
Ximo plantea dos cuestiones:
- La relación Razón/Pasión.
Se trata de una cuestión que ya surgió en la sesión primera y que, a mi juicio, es uno de los temas fundamentales en la interpretación de Hegel. La Razón separada de las pasiones, sentimientos, deseos, voluntades humanas, sería una razón vacía, abstracta, incapaz de actuar (vivir). Es verdad (como señala Emérito) que en el texto las pasiones/sentimientos aparecen como obstáculos (angustia, temor, vanidad) que la conciencia sólo supera por la acción de la razón. Pero eso no niega que otras pasiones pueden no ser obstáculos sino condiciones y acicates hacia el conocimiento. En este sentido debemos (como agudamente señala Juanjo) reparar en la palabra filosofía (amor al saber, a la verdad) que señala al amor como el impulsor de la razón hacia la verdad, (clara huella platónica) . Aquí me parece pertinente la visión de Heidegger: en todo comprender hay un estado de ánimo y en todo estado de ánimo hay un comprender, pero hay estados de ánimo que abren a la comprensión y estados de ánimo que cierran a la comprensión.
Es una cuestión que queda abierta pero a la que hay que estar atentos a lo largo de la lectura.
- La negación determinada desde la lógica (formal, clásica)
La idea de Hegel es que la negación de una figura de la conciencia no es un proceso meramente negativo, sino positivo en la medida en que esa negación engendra una nueva figura.
Así de la negación de A surge B. Pero esto solo es necesario (y el proceso no lo olvidemos es necesario) en la medida que A ya fuese una negación de B; eso sí, encubierta de forma que la negación de A hace aparecer lo que estaba encubierto. La figura B, como también es finita, es negación de la nueva figura C que aparece por la negación de B y así sucesivamente comienza el despliegue necesario e imparable de la conciencia en figuras cada vez más completas y universales hasta la realización plena de la verdad: la coincidencia del en sí y el para sí, sujeto-objeto, saber absoluto… En definitiva la clave de todo el proceso radica en que toda figura finita no es más que una negación del absoluto; y es desde esa negación de la verdad desde la que se inicia todo el proceso hasta su aparición absoluta, hasta su cumplimiento efectivo.
Purificación y cura de su ignorancia. La ignorancia, sin embargo, puesto que cree saber (saber no verdadero) opone también resistencias a su aniquilación, de ahí el temor, la angustia, la vanidad.
Felipe destaca los siguientes aspectos del texto leído:
- El itinerario desde el alma como conciencia natural hasta el Espíritu, como conocimiento de lo que el alma es en sí, es caracterizado por Hegel como una purificación. Este elemento supone que no es un proceso moralmente neutro y para Felipe el concepto de purificación tiene una connotación religiosa. También aquí aparece el camino de la conciencia como una experiencia completa de sí misma, destacándose aquí el uso del concepto de experiencia en un sentido que, como bien apunta Juanjo, no es empírico, sino vital.
- El camino de la conciencia es un camino de duda entendida como desesperación. Como ha puesto de manifiesto Emérito, no es una duda teórica semejante a la de Descartes. No se trata de un dudar de este o aquél pensamiento, sino una duda respecto a la propia conciencia que piensa, o respecto de la propia figura de la conciencia que aparece. Se trata de un camino de desesperación porque en ese camino lo que la conciencia pierde es a sí misma.
- Felipe destaca el hecho de que Hegel afirme respecto a la llamada ‘negación determinada’, que supone un movimiento que no es meramente negativo. Es por ello que Felipe considera que el análisis formal de la negación no capta el verdadero sentido de dicho movimiento. En cambio ve expresado el sentido de dicha negación determinada en el verso que canta Julio Iglesias según el cual “es mejor querer y después perder, que no haber querido nunca”. Aunque en la mera apariencia ambas situaciones son equivales, si las consideramos con atención, el querer que después perdió, conserva algo del querer perdido y en cierto modo, es la nada de aquél. Quien no amó jamás se encuentra en una pura nada, meramente negativa.
- La conciencia se distingue de lo que se limita a una vida natural. Lo limitado a una vida natural es limitado por la muerte, que Hegel caracteriza como ser-arrancado. A la vida natural se le arranca el ser en la medida en que es empujada más allá de sí misma. Sin embargo el ser de la conciencia consiste, precisamente, en el salir más allá de sí misma. Lo que para la vida natural es la muerte, para la conciencia es su propio modo de ser. Por ello la conciencia no puede identificarse con este o aquél hombre. Es paradójico que la conciencia, saliendo más allá de sí misma, lo que hace es lograrse a sí misma.
- Hegel señala tres posibles formas en que la conciencia resiste la violencia que se hace sufrir a sí misma. Las tres posibilidades son las siguientes:
- La angustia hace que se retroceda ante la verdad. Es la opción conservadora que busca el reposo en vano, pues el pensamiento es inquietud.
- El anclaje en la receptividad sentimental. Felipe entiende esta receptividad sentimental como una actitud ‘pánfila’. Esta actitud es violentada por la razón, que no es condescendiente con lo que es, por el hecho de ser.
- Ante la verdad aparece el temor a la misma, que finge ser un celo por la verdad tan riguroso que nunca puede ser satisfecho, lo que supondría la vanidad de quien se creerá “más listo que cualquier pensamiento”. Felipe está de acuerdo con la observación de Ximo de que ésta es la única opción que no fracasa, sino que supone una vía muerta que simplemente “debe ser abandonada”. Se diría que la conciencia, en su avance, deja atrás a esta opción como algo ‘estéril’.
- A partir de la observación de Ximo, Felipe se pregunta si esta posibilidad podría suponer una verdadera vía muerta de la conciencia o si, indefectiblemente será siempre superada. Se plantea que, si bien una vez lograda la meta, ésta será un resultado necesario, en cambio, tal vez lo que no sea necesario sea alcanzar dicha la meta. Esta duda de Felipe choca con algunas afirmaciones del texto en el que se destaca la necesidad y el carácter “imparable” del proceso. En cualquier caso Felipe cree que no basta anunciar la meta sino que habrá que llegar.
- Respecto a la cuestión de las pasiones, Felipe no ve el itinerario de la conciencia como el resultado del amor a la verdad, más bien ve el avance como el resultado de una violencia de la conciencia contra sí, que se defiende de sí misma angustiada, exhausta o atemorizada. Si hay amor, en cualquier caso, no hay idilio; no, al menos, en el camino. Si la verdad aparece de forma necesaria, no es necesario el amor a la verdad.
Juanjo fija la atención en el carácter catártico del proceso por el que la conciencia “adquiere” el conocimiento. Este carácter significa que el estado inmediato de la conciencia, su estado natural, no es el de no saber ni el de dudar, sino el de tomar lo no verdadero por lo verdadero, el de estar completamente en el error. Y este error básico, eso no verdadero que naturalmente toma por lo verdadero, consiste en confundir el conocimiento con el saber, el catar, el notar…, el cual siempre pone lo verdadero fuera de sí mismo. Es por esta negatividad natural, por este error, por este encubrimiento original de la verdad, por lo que su concreta y paulatina negación, su descarte, resulta ser la revelación de lo verdadero, una revelación que, como Emérito y Ximo han dicho, le acarrea mucho sufrimiento y violencia a la conciencia, pues es el fruto de un combate que la conciencia libra consigo misma, combate que la “pone fuera de” (ex-posición) su estado natural. Pero no se entiende cómo es posible que se desate semejante combate, si no se ve que el ir más allá de sí misma, propiedad esencial de la conciencia, tiene dos tendencias antagónicas: la natural o inmediata, que la dispersa y aleja de sí misma, y la reflexiva o mediata, que la concentra y recoge en sí misma. Esta tendencia negadora y reflexiva es el auténtico celo por la verdad, característico de la filosofía. Y de este antagonismo esencial son consecuencias necesarias tanto la serie de esos sentimientos de los que Hegel nos habla (el temor a errar, el temor a la verdad, la desesperación, la angustia…), como la sucesión de las figuras de la conciencia.
III .Observaciones.
Ximo: No sé si es este el lugar adecuado para poner este fragmento, pero es interesante respecto la relación entre conocimiento/ pasión -y el amor a la verdad, que no está exento aquí de claras alusiones eróticas.
«El coraje de la verdad, la fe en el poder del espíritu, es la primera condición de la filosofía. Al ser espíritu, el hombre puede y debe considerarse a sí mismo como digno de lo más elevado, nunca puede tener una estima suficientemente grande de la magnitud y poder del espíritu, y con esta fe nada será tan árido y duro como para que no pueda hacérsele patente. La esencia al pronto oculta y cerrada del universo no tiene ningún poder capaz de resistir el coraje del conocer, ella debe abrirse a él y dejar extendidas ante los ojos su riqueza y profundidades, ofreciéndolas para su goce.»
Hegel. Discurso inaugural en Heidelberg. 28 de octubre de 1816.